- Bienaventurados los que comprenden mi extraño paso al caminar y mis manos torpes.
- Bienaventurados los que saben que mis oídos tienen que esforzarse para escuchar lo que oyen.
- Bienaventurados los que comprenden que aunque mis ojos brillan, mi mente es lenta.
- Bienaventurados los que miran y no ven la comida que dejo caer fuera del plato.
- Bienaventurados los que con una sonrisa en los labios me estimulan a intentarlo una vez más.
- Bienaventurados los que nunca me recuerdan que hoy hice dos veces la misma pregunta.
- Bienaventurados los que comprenden que me es difícil convertir en palabras mis pensamientos.
- Bienaventurados los que saben lo que siente mi corazón, aunque no pueda expresarlo.
- Bienaventurados los que me respetan y me aman como soy, tan solo como soy, y no como ellos quisieran que fuera.
- Bienaventurados los que me ayudan en mi peregrinar hacia la casa del Padre Celestial.
domingo, 24 de julio de 2011
Reflexión para toda la Sociedad
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